Poco después que Saúl se convirtiera en Rey de Israel, los filisteos, que habían sido dominados volvieron a amenazar la tierra. Los filisteos 30 mil carros y 6 mil hombres de a caballo, junto con una multitud de soldados. Saúl sintió pánico cuando sus tropas comenzaron a desertar.
Samuel había dicho que regresaría a Gilgal en un plazo de siete días para ofrecer holocausto y ofrendas de paz. Pero al séptimo día. Saúl perdió la paciencia. Pidió que le trajeran ofrendas y él mismo hizo el sacrificio al Señor (cosa que solo podía hacer Samuel por mandato de Dios), cuando Samuel vio lo que Saúl había hecho pregunto ¿Qué has hecho?, se había dado cuenta que Saúl había tomado una mala decisión.
¿Acaso no hacemos también lo mismo cuando a veces tomamos decisiones apresuradas? Cuando deberíamos esperar, en lugar de esperar en el Señor o en la persona que Él haya designado, nos sentimos con la autoridad de hacer las cosas por nuestra cuenta. Pero tratar de adelantarnos a Dios no es sabio. Algunas veces
otros nos presionan para que tomemos una decisión equivocada. Pero, sin considerar
lo que hicieran sus soldados, Saúl era responsable de sus decisiones.
Aunque podemos entender que Saúl pensaba que los sacrificios eran importantes para Dios, debemos recordar que a Dios le interesa no solo que hagamos lo que Él desea, sino como hacemos lo que Él desea. Hacer la voluntad de Dios a nuestra manera en lugar de hacerla como Él quiere, es en realidad no hacer la voluntad de Dios.
¿Y tú haces la voluntad de Dios o la tuya?
