
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Lucas 6:45
... de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Mateo 12:36
!Piensa Primero¡
En 1980, Lee Atwater, director de campaña política, causó un terrible dolor con sus palabras. Su persona se enteró de que el candidato Tom Turnipseed al Congreso del partido demócrata había pasado una vez por severa depresión y se había sometido a terapia con choques eléctricos. Cuando Atwater divulgó información a la prensa humilló al candidato y desató dudas sobre su capacidad. Angustiado, el hombre cuestionó la ética de la campaña de Atwater. Atwater respondió diciendo que no tenía intención alguna de contestar a un hombre 'conectado a un cable eléctrico'. Turnipseed perdió la elección.
Diez años después, a Atwater le encontraron un tumor cerebral incurable. Estuvo confinado a su cama conectado a máquinas, tubos y alambres. Antes de morir, escribió una carta al candidato y le pidió perdón. Vió lo crueles y despiadadas que habían sido sus palabras.
Nuestras palabras pueden ser igual de devastadoras. Y perece que a quienes más herimos es a nuestros hijos, familia o hermanos en la fe. Como creyentes en Cristo, tenemos una obligación delante de Dios de evaluar el impacto de nuestras palabras. Las palabras indolentes, airadas y llenas de odio pueden hacer mucho daño, de lo cual tendremos que dar cuenta.
Pidámosle ayuda a Dios. Antes de que de nuestra boca salgan palabras hirientes, piensa primero... luego no las digas.
Piensa antes de actuar; piensa dos veces antes de hablar.